La realidad
11 de septiembre de 1992
Me dijiste,
soñadora de tus propias pasiones, jamás te dejes vencer por las excusas de un presente ajeno a tus deseos, a tu propia realidad...
Fue una época de muchas dudas e inseguridades y, para no defraudarme, simplemente, me escondí.
Qué equivocada estaba...
El árbol de la vida
me aconsejó un día:
sueña dormida
la realidad vacía.
El árbol de la vida
me pidió un día:
enséñame tu luz escondida
y déjame ser tu guía.
El árbol de la vida
me miró un día:
ahora te entiendo
amiga mía,
él* te impide
realizar tu ilusión
aún no perdida.
Sin embargo, íntima mía,
en tu caminar, igual
que en tu despedida,
solo serás tú la dueña
de un alma que siempre,
en sus deseos,
en sus pasiones, anhelará
ser tu prioridad, la protagonista
de tu propia, auténtica identidad.
* Se refiere al futuro